sábado, 27 de octubre de 2012


El alcornoque

El alcornoque es un árbol perteneciente a la familia de las Fagáceas. Tiene la corteza grande y fisurada. Sus hojas son esclerófilas, planas y de textura coriácea, es decir, pertenecen al biotipo planoesclerófilo. La forma del limbo es ovoide - lanceolada y el margen es dentado. Posee el haz glabro y verde oscuro, mientras que el envés es tomentoso y blanquecino.
El alcornoque tiene un tamaño intermedio. Es parecido a la encina, aunque los distingue bien la corteza del tronco. La copa del alcornoque es irregular.
El fruto del alcornoque es una bellota, y la fructificación se da en otoño e invierno.
El alcornoque habita suelos de tipo silíceo, no tolera suelos calcícolas. Soporta bien el calor, si bien precisa más humedad que su compañera la encina.
El género al que pertenece el alcornoque es Quercus. Existen diversas especies de Quercus en la Península Ibérica. Algunas de las más importantes son Q. ilex, la encina o carrasca. De esta hay descritas dos especies: Q. ilex ssp. ballota y Q. ilex ssp. macrocarpa; Q. faginea, el quejigo o rebollo; Q. rotundifolia, que se considera una subespecie de Q. ilex.

Los alcornoques son árboles representativos de la Iberia seca. Los alcornocales ibéricos son formaciones complejas y maduras. Están distribuidos ampliamente por Portugal, siendo el encinar una formación más típicamente española. No obstante, en la actualidad existe un mosaico de islas de bosques de alcornoques repartidas por todo el territorio peninsular.

El alcornocal ha tenido gran importancia en la economía del ser humano, sobre todo en el pasado, gracias a la explotación de sus bellotas, su leña y, por supuesto, el corcho de la corteza. La explotación secular de estos bosques ha supuesto una variación en la composición vegetal a lo largo del tiempo. Hoy en día, en líneas generales, se pueden encontrar como vegetación asociada al alcornocal, o bien arbustos heliófilos, o bien hierbas pascícolas.

Los alcornoques están adaptados a estas condiciones de estrés climático: frío invernal, régimen pluvial irregular y calor estival acompañado de sequías. Todo ello junto a la ocupación de suelos escasos en nutrientes. Como medidas adaptativas frente a tales condiciones, la optimización de la economía hídrica - el ahorro de agua y la mejora de la captación de la misma -  ha sido la clave de la evolución del alcornoque. En primer lugar es necesario citar la esclerofilia como estrategia para evitar la pérdida de agua. Las hojas poseen varias capas de epidermis y una gruesa cutícula. La epidermis es  rica en esclerénquima o tejido duro, rico en lignina. Los estomas predominan en el envés. Además, para reflejar al máximo la luz solar, las hojas disponen de ceras, pelillos y escamas. Los pelillos en la superficie de las hojas crean una fina capa de aire saturado de humedad que no puede escapar fácilmente a la atmósfera, lo cual funciona como una barrera que evita la transpiración.

Pero todas estos rasgos comportan una serie de desventajas para el árbol: baja la eficacia fotosintética. Por ello hay mucha clorofila en las hojas y la absorción de luz solar se da tanto por el haz como por el envés. Esto se consigue gracias a la disposición aleatoria de las hojas y no dística (con los haces encarados hacia arriba).

Para aprovechar la elevada luminosidad mediterránea los alcornoques presentan mucha superficie foliar, más que los árboles caducifolios.

La distribución del alcornoque en España comprende, fundamentalmente, el suroeste peninsular, es decir, las comunidades de Andalucía y Extremadura (provincias de Badajoz, Huelva, Sevilla y Cádiz). Pero existen bosquetes salpicados por toda la península. Este hecho puede constituir una prueba de la abundancia pretérita de este árbol en todo el territorio.

El alcornoque vive entre los 0 y los 800 metros de altitud sobre todo. Requiere, aun siendo un árbol mediterráneo, un clima suave, con tendencia oceánica, con temperaturas medias en torno a los 15 grados. La humedad exigida es elevada: un 65 - 80%. Las precipitaciones han de estar entre los 600 y los 1000 mm, aunque en hábitats umbríos la exigencia con la pluviosidad es menor.

El alcornocal suele ser un bosque denso y umbroso, cuyo dosel suele alcanzar los 12 o 15 metros de altura. Son bosques de altura inferior a la de las formaciones caducifolias. Cabe reseñar que en zonas del interior, como las dehesas, los alcornoques son más bajos y de formas más abiertas. Además, en estos territorios los alcornocales son formaciones más monoespecíficas y no tan diversas como en las zonas más litorales o de montaña. El cortejo florístico o vegetación acompañante del alcornoque está constituida por matorrales acidófilos integrados en tres familias botánicas: las ericáceas, las cistáceas y las labiadas. Como representantes de la primera están los géneros Arbutus, Erica y Calluna; la segunda familia está bien representada por los géneros Cistus y Halimium; por último, las Labiadas ofrecen al alcornocal los géneros Lavandula, Rosmarinus y Teucrium. En la periferia ibérica se encuentra un cortejo particular integrado por especies como Olea europaea, Phyllirea angustifolia, P. latifolia, Rhamnus alaternus, Myrtus communis y Viburnum tinus, entre otras. Destaca, además, un estrato lianoide muy desarrollado, al igual que los estratos muscinal y epifítico, este último con representantes tan importantes como el género Polypodium spp.

A pesar de estos patrones florísticos, la intensa explotación secular del alcornocal a manos del ser humano mediante podas y clareos - para la obtención del corcho y la recolección de la bellota - ha dado lugar a la existencia actual de un matorral de sustitución que se desvía de la composición original de los bosques primarios de alcornoques.

Es necesario apuntar el origen de los alcornoques en las laurisilvas subtropicales de la era Terciaria, y la progresiva adaptación a la mediterraneidad que estos sufrieron con el paso del tiempo.

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