miércoles, 21 de noviembre de 2012

La vida social de las grajillas


Gracias a los textos de Konrad Lorenz, podemos maravillarnos de las facetas de la vida social de las aves y de otros animales. De una de las obras del célebre etólogo austríaco, Premio Nobel de Medicina y Fisiología en los años setenta, he extraído estas ideas sobre un ave, la grajilla, que pueden ayudaros a entender mejor a las aves y a respetarlas. La observación de la vida animal puede contribuir a conocernos mejor a nosotros mismos como parte de un mundo que no nos pertenece de forma exclusiva.
Grajilla (Corvus monedula)
Jorge Martínez Huelves








Las grajillas son unas aves pertenecientes al mismo grupo que los cuervos, aunque son más pequeñas que estos. Existen vínculos afectivos entre los seres humanos y algunas aves - y otros animales superiores - cuando los primeros cuidan a los segundos desde las primeras etapas de su vida. Esta circunstancia la aprovechó Konrad Lorenz para desvelar algunos secretos de la vida de estas aves.

Las grajillas, como otras aves, también muestran comportamientos innatos, no aprendidos sino grabados en su genética, en su sistema nervioso. Una de las grajillas que cuidaba Konrad Lorenz sentía el impulso de volar junto a una bandada de grajillas silvestres cuando estas emprendían el vuelo, a pesar de haber crecido toda su vida junto a los seres humanos.

Curiosamente, las aves domesticadas, como la grajilla, no reconocen de forma innata el objeto sexual en su especie. De hecho, esta grajilla se enamoró durante la época de celo de las grajillas, de la asistenta de Lorenz, a quien trató como a una grajilla macho. Además, otra grajilla, esta vez un macho, se enamoró de Lorenz y trató a este como a una hembra, ofreciéndole alimento e introduciéndoselo en la boca o en las orejas. 

Juegos.
Estas aves muestran una gran capacidad para el juego, por ejemplo con el viento durante los días de tormenta. Revolotean con las corrientes de aire sin ninguna finalidad aparente aparte del entretenimiento. Y estos juegos no son innatos, sino que los aprenden durante su vida.
Sobre el peligro
Según Lorenz, las aves reaccionan por instinto a la presencia de una amenaza o de un enemigo (un gato, un cordel atado a la mano, etc.) No así ocurre con las grajillas, quienes aprenden esto a lo largo de su vida. Sólo reaccionan por instinto frente a un objeto negro retenido (por la mano humana, por ejemplo).

Emociones.
Tras sentirse amenazadas por algún peligro, las grajillas muestran desde ese momento una suerte de desconfianza que es producto de la memoria de ese suceso traumático que han sufrido. No se puede comparar con total certeza esa emocionalidad con el miedo, la ira o el odio humano, pero lo cierto es que algo parecen sentir las grajillas en estas circunstancias. 

Aprender y cooperar en grupo.
A los autores de un ataque o cualquier otra amenaza, las grajillas atacan con desagradables chillidos. Estos gritos tienen doble función: por una parte avisan al resto de compañeros de la presencia del infractor; por otra parte, enseñan a los juveniles inexpertos el peligro.

Jerarquía
En las grajillas, como en otras aves y mamíferos superiores, existe una jerarquía: unos mandan más que otros. Además, se mantiene en el tiempo, lo que demuestra que las grajillas se reconocen unas a otras, sin duda alguna.

Amor.
En los animales que contraen "matrimonio", esto es, forman parejas monógamas, la primera fase de la relación no es la puramente sexual. Antes bien, se da un período de "noviazgo" precedente a la reproducción que puede durar hasta un año completo. 
El ritual de noviazgo, o cortejo, como sucede en los seres humanos, no se vale de vistosas estructuras en las grajillas - al contrario que en el caso del pavo real, por citar algún caso - , sino que consiste en una serie de comportamientos y exhibiciones de fuerza, de vigor y de competencia por parte de los machos, siempre que la hembra esté observando, claro.
Las parejas de grajillas se guardan fidelidad mutua durante mucho tiempo; sin embargo, Lorenz explica un curioso caso de reemplazamiento de una hembra por parte de un macho. 

Agresividad.
Las grajillas poseen algunas posturas ritualizadas de ataque, como por ejemplo, erguir el cuerpo o agachar la cabeza y curvar el cuerpo. Además de las posturas corporales, algunos sonidos también tienen función ofensiva. El reclamo del "yip" es usado cuando una grajilla intrusa invade el nido o el espacio de otra. Al instante se produce un contagio en toda la colonia, de manera que todas las grajillas acuden al lugar emitiendo el mismo "yip" hasta que, incluso el agresor se suma a la algarabía, sin saber que el motivo de ésta es él mismo.

Reconocimiento de la bandada.
Los individuos mejor posicionados jerárquicamente - los machos viejos, sobre todo - son capaces de desplegar algunas pautas o rituales de atracción al grupo. Es lo que observó Konrad Lorenz cuando las grajillas de su bandada se mezclaron con otro bando visitante. Los dos machos viejos supieron recoger a los miembros del bando sobrevolando por encima de éstos y ladeando la cola de un lado a otro. A la vez emitían un reclamo diferente al del bando visitante; emitían un "kiuuu" que, al parecer, invitaba al "retorno al hogar", frente al "quiá", que parecía significar "¡volemos todas juntas!".


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